viernes, 24 de agosto de 2012


VIERNES, 24 DE AGOSTO DE 2012

Desproporciones en la distribución del ingreso y crisis económica

Sergio Reuben Soto (especial para ARGENPRESS.info)

Nuevos datos apoyan la fundamentación que hice sobre el origen de la crisis económica actual en un artículo publicado a principios del 2009 en la revista Ciencias Económicas de la Universidad de Costa Rica (Vol. XXVI, N°2) (1).

En octubre del año pasado la Oficina de Presupuestos del Congreso (CBO, por sus siglas en Inglés) publicó los resultados del último estudio sobre la distribución del ingreso en los EEUU (http://www.cbo.gov/publication/42729), datos que confirman nuevamente la tendencia en ese país a la concentración y centralización de la riqueza que ha sido denunciada por muchas organizaciones sociales norteamericanas y criticada por escasos econo¬mistas.


Según esos datos, entre 1979 y 2007 el ingreso del 1% de los hogares más ricos creció en el 275%, mientras que para el siguiente 19% de mayores ingresos el incre¬mento fue del 65%. Y la diferencia se hace abismal cuando esos crecimientos se comparan con el que sufrie¬ron los hogares de menores ingresos, con incrementos de solo entre el 18 y el 20% en esos 33 años. Estas son tasas menores al 1% anual, para estos últimos sectores, mientras la inflación en los EEUU ha rondado cuanto menos entre el 3 y el 4% por año.

¿Cómo pudo soportar el sistema, por casi 35 años, una disminución del ingreso para más de las dos terceras parte de sus habitantes? Esa es la pregunta que ―a mi modesto entender― no se han hecho con el debido cuidado los economistas, y que está en la base de cualquier indagación sobre los orígenes de la crisis actual.

El endeudamiento como primera explicación intuitiva, y la solución encontrada

Dentro de la lógica de la teoría económica “escolástica”, como llamamos a las corrientes neoclásicas, keynesianas y post¬keynesianas etc., hay una forma inmediata o intuitiva de explicar el fenómeno:

El consumo se sostuvo con la ampliación del crédito. Los hogares y empresas que vieron reducido su ingreso año con año, encontraron condiciones crediticias favorables que les permitieron seguir consumiendo lo mismo e incluso más, recurriendo a lo que hoy se conoce como el apalancamiento: endeudarse muy por encima del valor de los activos con la promesa de que ese valor va a crecer con el consumo así financiado.

Esta explicación, en el marco de relaciones definidas por el escolasticismo, implica una enorme expansión monetaria; pero esta habría traído inevitablemente una inflación de grandes proporciones..., fenómeno que no se verificó en el período de años contemplado por los datos. Por tanto ―concluyeron los economistas escolásticos― el sistema crediticio moderno pudo resolver una de las más severas contradicciones del capitalismo, su tendencia a la concentración del ingreso y a la distribución inicua del ingreso social.

No obstante, desde una perspectiva crítica al funcionamiento del capitalismo, es posible observar que la expansión monetaria para los Estados Unidos no tiene el mismo efecto que para el resto de los países (el Deutch Bank lo tiene muy claro); porque esa masa monetaria es compartida literalmente por todo el mundo. Las presiones inflacionarias así, quedan diluidas en el resto de las economías mundiales, convertidas en “reservas internacionales”. La flexibilidad que tienen los Estados Unidos para imprimir billetes no la tiene ningún otro país del mundo.

Así, la respuesta a la desproporción distributiva que encontró el sistema económico norteamericano fue la ampliación crediticia y, consecuentemente, inundar al mundo de billetes verdes..., suponiendo que ese mal iba a ser visto como el menos malo frente a la paralización del comercio internacional por falta de medios de pago para las transacciones..., y quienes pensaron así tuvieron razón: los países contagiados con la fiebre de posicionarse en el mercado mundial prefirieron la solución más sencilla: continuar el comercio internacional con el dólar como moneda general, dejando en manos de la Reserva Federal de los EEUU el destino del valor de sus reservas internacionales.

Los límites estructurales de la primera solución

Pero la solución tenía sus límites estructurales. No, al menos hasta ahora, por el lado del sector externo; con una guerra de divisas que desplazara al dólar de su posición de moneda internacional, aunque sabemos que ya hay algaradas en ese campo, sino, curio¬samente, por el lado del sector interno ―lo que no dice mal del sistema económico― con una crisis financiera que pone en jaque a los grandes bancos que habían abusado del apalan¬camiento. Una crisis financiera que anticipa la crisis social (y política) que incuba la distribución deficiente e ineficaz del ingreso social, y anticipa la guerra de divisas que se incuba en el mercado internacional.

Lamentablemente para la “buena marcha” del sistema, los bancos amenazados eran demasiado grandes para quebrar..., sus activos acumulados constituían, producto precisa¬mente de esa inicua distribución del ingreso social, porciones desproporcionadas de éste, proporcionándoles no solo peso económico (su quiebra implicaba un golpe demoledor para todo el sistema económico) sino, además, peso político...

La solución que se encuentra para “resolver” la crisis financiera por tanto, favorece a los grandes establecimientos financieros, dejando intactas las desproporciones estructurales en ese sector y sus efectos inicuos en la distribución del ingreso. Son, así, pro-cíclicas; acentúan los desequilibrios. No es casual por tanto que a casi 4 años de la implosión, estemos ante un panorama sombrío para los próximos.

Otra explicación menos intuitiva

Pero hay otra explicación menos intuitiva, pero igualmente válida para una lógica económica no afecta por el pensamiento único:

El sistema económico derivó una parte importante de su actividad económica hacia la producción de bienes y servicios de consumo “suntuario”, demandados por los sectores de mayor ingreso; sacrificando así a una parte importante de las empresas que destinaban su producción a bienes y servicios demandados por los sectores de menor ingreso.

Esta segunda explicación implica una visión más macroeconómica, generalmente muy disminuida en el escolasticismo económico. Los resultados de un proceso como el que pro¬pone esta solución son la hipertrofia de algunos sectores y ramos de la producción, mientras quedan atrofiados otros... La desproporción en la distribución del ingreso se traduce en una desproporción en la estructura productiva; en un proceso de desplazamiento de recursos, de ramos con rendimientos de capital bajos a ramos y sectores con altos rendi¬mientos de capital. Rendimientos que ya no representan, como se com¬prenderá, las necesidades reales de la población sino las determinaciones de una distribución desigual del ingreso.

Estos equilibrios inestables alcanzados con esos desplazamientos de recursos sociales entre sectores, son vistos por el escolasticismo, como el reacomodo necesario ante los cambios en los gustos de la población. Pero estas corrientes no toman en consideración que, como en este caso, pueden ser el resultado de una distribución inicua del ingreso como la acreditada por la investigación de la CBO en la economía norteamericana.

De esta explicación se pueden derivar soluciones que son ciertamente incómodas para las corrientes económicas escolástica. Principalmente, porque implica aceptar que las remu¬neraciones a los factores de la producción en el sistema capitalista, no solo entre dueños de los medios de producción y trabajadores sino también entre grandes y pequeños propietarios, ante ciertas condiciones que se establecen permanentemente, pueden resultar en el uso ineficiente de los recursos sociales escasos. Y, por lo tanto, que en tales condiciones engendradas por ese sistema, el mercado no funcione como el mejor medio para asignar tales recursos a las necesidades de la población. Y esta conclusión implica que, o bien hay que asignar planificadamente esos recursos subrogando los precios del mercado, o bien, que se deben remover las condiciones que pervierten el funcionamiento del mercado...

No obstante la lógica económica que fundamenta estas conclusiones, ellas no han sido debidamente consideradas en los análisis de la crisis más reconocidos y divulgados. Y esto sencillamente porque implica reconocer la debilidad de las relaciones meramente económicas y, por el contrario, la importancia de las instancias socio-políticas en la determinación de una buena marcha de la actividad económica.

El escolasticismo económico no puede reconocer la necesidad que tiene el sistema de regulación de los mercados para evitar su manipulación, ni la debilidad de negociación de los asalariados (y en general de los consumidores) ante los grandes empresarios, ni la tendencia indebida a la "busca de ganancia" que domina la actividad empresarial por encima de cualquier otro criterio económico, político o social. Este reconocimiento implica la aceptación de la regulación social y política de la apropiación privada del excedente generado en la producción social, como medio para mejorar el funcionamiento del sistema. Regulación necesaria para evitar la acumulación centralizada de la riqueza socialmente generada.

¿Puede el sistema político democrático ser mejor administrador de la riqueza social que la mera intuición de la "busca de ganancia" que guía al gran empresariado? Creo que la crisis económica actual tiene la respuesta.

Sergio Reuben Soto es Profesor jubilado de la Universidad de Costa Rica.

Nota:
1) http://www.latindex.ucr.ac.cr/econ003-04.php 

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