Apuntes sobre Metrópolis
La
distopía campea con fuerza en el cine desde la década de 1920, y es que quizás,
la distopia sea la única realidad posible y palpable desde ese momento.
“¿Quien da de
comer a las maquinas de Metrópolis con su propia vida?”
Robot/María
¿Quien engrasa
las articulaciones de las maquinas con
su sangre?
Robot/María
La
reproducción del mito/rito judeocristiano, es la salida ofrecida por el
autor/director. El Padre, creador de Metrópolis, “ve” corrompida su creación, y
decide, limpiarla con las aguas de un diluvio mecánico, las bombas que mantiene
seca la ciudad de los obreros deben ser detenidas, inundar la ciudadela de estos y con ella
acabar con los hijos de quien hozo siquiera presentar un reclamo ante el status
quo. Pero será el Hijo el hijo él
llamado a la sacrificarse, redimir el rencor del Padre todo poderoso creador de
la ciudad.
¿Quién alimenta a
las maquinas con su propia carne?”
Robot/María
“La
corrupción” de los obreros, viene bajo la forma de una mujer, una nueva EVA,
María, ella bajo sus dos seres, uno mecánico otra de carne y hueso, una pacifista,
la otra mensajera de la rebelión. Será
la portadora de un mensaje. La realidad bajo la que vive el obrero debe
cambiar…
“él mediador entre el cerebro y la mano ha de ser el corazón”
María
No
mentía María Robot, quien mejor retrato la realidad es este ser autómata, creada
literalmente por la Metrópolis, una maquina, quien como las otras maquina “devora
a los humanos” siguiendo la sola idea, la sola programación implantada por
otros humanos, para acabar con la exportación, no era necesario quemar en la hoguera a todas las maquinas, quemar en la
hoguera a María. Las máquinas son el arma, él asesino siempre fue un sistema,
un sistema reproducido por seres de carne y hueso. Quienes per se, garantizan
la continuación de tan macabra realidad.
Realidad
que a noventa años de proyectada parece a variado poco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario