domingo, 19 de agosto de 2012


Apuntes sobre Metrópolis



La distopía campea con fuerza en el cine desde la década de 1920, y es que quizás, la distopia sea la única realidad posible y palpable  desde ese momento.
“¿Quien da de comer a las maquinas de Metrópolis con su propia vida?”
Robot/María


En Metrópolis, la división de clases, no es una metáfora, la pirámide social simplifica  a su máxima expresión, ricos/pobres, es literal, la ciudad de los obreros sostiene a la ciudad de  los “jardines eternos”. La maquina que devora a quienes en ella trabajan,  no puede ser destruida sin causar de igual forma la destrucción de los obreros que en ella trabajan.
¿Quien engrasa las articulaciones de las  maquinas con su sangre?
Robot/María

La reproducción del mito/rito judeocristiano, es la salida ofrecida por el autor/director. El Padre, creador de Metrópolis, “ve” corrompida su creación, y decide, limpiarla con las aguas de un diluvio mecánico, las bombas que mantiene seca la ciudad de los obreros deben ser detenidas,  inundar la ciudadela de estos y con ella acabar con los hijos de quien hozo siquiera presentar un reclamo ante el status quo. Pero será el Hijo el  hijo él llamado a la sacrificarse,  redimir  el rencor del Padre todo poderoso creador de la ciudad.
¿Quién alimenta a las maquinas con su propia carne?”
Robot/María

“La corrupción” de los obreros, viene bajo la forma de una mujer, una nueva EVA, María, ella bajo sus dos seres, uno mecánico otra de carne y hueso, una pacifista, la otra mensajera de la rebelión. Será  la portadora de un mensaje. La realidad bajo la que vive el obrero debe cambiar…



“él mediador entre el cerebro y la mano ha de ser el corazón”
María
No mentía María Robot, quien mejor retrato la realidad es este ser autómata, creada literalmente por la Metrópolis, una maquina, quien como las otras maquina “devora a los humanos” siguiendo la sola idea, la sola programación implantada por otros humanos, para acabar con la exportación, no era necesario quemar en la  hoguera a todas las maquinas, quemar en la hoguera a María. Las máquinas son el arma, él asesino siempre fue un sistema, un sistema reproducido por seres de carne y hueso. Quienes per se, garantizan la continuación de tan macabra realidad.
Realidad que a noventa años de proyectada parece a variado poco.

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