“Life after humans” nos presenta los
escenarios y las transformaciones que podrían ocurrir en el planeta Tierra si
la humanidad dejara de existir.
Desde
el inicio se plantea la pregunta ¿Qué hará la tierra cuando no estemos? Así, se
empieza a recorrer de manera cronológica los cambios ecológicos que viviría el
Planeta, desde el jardín de un residencial, las zonas empresariales, las
industriales, las “grandes obras” de la ingeniería moderna y del mundo antiguo.
Imaginemos:
Plantas
nucleares se detienen, las tuberías de la Presa Hoover en Estados Unidos se
detienen y más tarde su estructura cede y es derribada por la presión del agua,
la comida se pudre en los refrigeradores de las casas y en los estantes del
supermercado, mascotas y animales domésticos mueren masivamente; mientras otros
sobreviven recuperando sus más básicos instintos carroñeros, plagas de ratas y
cucarachas colonizan casas y supermercados; al acabar las provisiones de los
espacios cerrados vuelven al mundo exterior, las hierbas se infiltran por las
grietas del suelo, los jardines alimentan a los siervos, los animales salvajes
llegan a las ciudades, los rayos hacen de las casas leña para el fuego, los
parques de las grandes ciudades con sus calles y edificios empiezan a parecer
bosques, se vuelven a tender puentes ecológicos donde hubo fragmentación de
bosques, ciudades bajo el agua, aumento imparable de la corrosión, cae el
Golden Gate, los animales vivirán adaptaciones sorprendentes (ardillas
voladoras), etc, etc, etc.
Sin
embargo, desde el principio del audiovisual mi duda es ¿Cuánto es el tiempo
máximo para que los seres humanos desparezcamos de la Tierra para que ésta
tenga la opción de reinventarse o realmente “desaparecemos” en un punto
ecológico sin posibilidades de retorno?
Y es
que la recuperación ecológica evolutiva propuesta en “Life after humans” plantea desde mi punto de vista un discurso muy
complaciente, donde independientemente del caos y colapso ecológico que estamos
provocando, la Tierra encontrará la manera de recuperarse. Sin embargo, esto es
prácticamente una exoneración de las responsabilidades por el impacto
histórico, cotidiano, transnacional, colectivo y subjetivo.
En un
breve recuento por el documental, que va desde los primeros días de la Tierra
sin humanos (tierra en población humana cero) hasta lo que se podría esperar
luego de mil años, encontramos dos grandes escenarios:
(1)
Las obras arquitectónicas y de
ingeniería (puentes, carreteras, transportes, edificios, plantas nucleares,
hidroeléctricas, etc.) requieren de mantenimiento para mantenerse en buen
estado y funcionando. Sin humanos estas obras se deterioran y quedan en ruinas
para ser invadidas por el ambiente inmediato. Quizá el ejemplo más fuerte
durante la película es la presa Hoover, que si bien podría ser de las últimas
obras de la ingeniería por “desaparecer” en pocos días se vería paralizada por
plagas que colonizarían las tuberías y apagarían los generadores.
(2)
La naturaleza (plantas,
animales salvajes y domésticos, ríos, etc.) volverá a tomar los espacios que le
fueron arrebatados por el “desarrollo y progreso” humano. Algunos ejemplos:
donde habían carreteras volverán los ríos originales, los animales salvajes
poco a poco estará en las ciudades (por ejemplo los lobos), los animales
domésticos (como los perros) para sobrevivir deberán recuperar sus más básicos
instintos como ser carroñeros. Así, cada vez más las zonas urbanas tendrían a
lo silvestre.
En
medio de estos escenarios, el documental plantea otro tema que refleja el
egoísmo, el antropocentrismo y la crisis civilizatoria que atravesamos. Porque
pese al colapso ecológico que provoca el modelo desarrollo capitalista
dominante la obra cuestiona ¿Cómo se logrará preservar nuestra cultura en un
mundo sin nosotros?
Distintos
especialistas explican que los soportes escritos, las películas de acetato de
celulosa y digitales si no se conservan en determinadas condiciones de
temperatura y humedad desaparecerán. Se lamentan que pese a los “avances” del
mundo moderno, no se tengan soportes tan resistentes como las piedras de los
egipcios.
Esta
pregunta unida a la inicial me remite a la explicación de Richard Leakey “No somos más que una especie entre los
millones que pueblan la Tierra,
resultado de quinientos millones de años de flujo vital, supervivientes
afortunados de al menos veinte crisis bióticas, entre ellas las catastróficas
Cinco Grandes” (1997, p. 247)
Así,
poco a poco los elementos más poderosos de la naturaleza recuperan su control
sobre la Tierra y se impone.
Para
explicar esta recuperación de espacios por la naturaleza, se toman ejemplos
como el de Plaza Principal de Pripiat en Ucracia abandonada tras la bomba de
Chernovil en 1986.
Sin
embargo, la pregunta es ¿Cuál será la calidad del ambiente que dejaremos para
que la naturaleza realmente pueda recuperarse: cómo estará el aire, el agua, la
atmósfera, los océanos…?
No hay
duda sobre el poder de la naturaleza y la manera en cómo esta nos sorprende
siempre; sin embargo, la capacidad destructiva histórica, actual y futura del
ser humano me hace dudar de esta posibilidad de recuperación de la vida. Porque
como explica Leaky los seres humanos llegamos al teatro evolutivo “equipados con la capacidad de devastar esa
diversidad dondequiera que fuésemos” (1997, p. 250).
Referencias:
De
Vries, D. (2010) Documental: Life after humans.
Leakey,
R. y Lewin, R. (1997) La Sexta Extinción. El futuro de la vida y de la
humanidad. Barcelona, España: Tusquets Editores.
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