viernes, 17 de agosto de 2012

La tierra sin nosotros

Life after humans” nos presenta los escenarios y las transformaciones que podrían ocurrir en el planeta Tierra si la humanidad dejara de existir.

Desde el inicio se plantea la pregunta ¿Qué hará la tierra cuando no estemos? Así, se empieza a recorrer de manera cronológica los cambios ecológicos que viviría el Planeta, desde el jardín de un residencial, las zonas empresariales, las industriales, las “grandes obras” de la ingeniería moderna y del mundo antiguo. Imaginemos:

Plantas nucleares se detienen, las tuberías de la Presa Hoover en Estados Unidos se detienen y más tarde su estructura cede y es derribada por la presión del agua, la comida se pudre en los refrigeradores de las casas y en los estantes del supermercado, mascotas y animales domésticos mueren masivamente; mientras otros sobreviven recuperando sus más básicos instintos carroñeros, plagas de ratas y cucarachas colonizan casas y supermercados; al acabar las provisiones de los espacios cerrados vuelven al mundo exterior, las hierbas se infiltran por las grietas del suelo, los jardines alimentan a los siervos, los animales salvajes llegan a las ciudades, los rayos hacen de las casas leña para el fuego, los parques de las grandes ciudades con sus calles y edificios empiezan a parecer bosques, se vuelven a tender puentes ecológicos donde hubo fragmentación de bosques, ciudades bajo el agua, aumento imparable de la corrosión, cae el Golden Gate, los animales vivirán adaptaciones sorprendentes (ardillas voladoras), etc, etc, etc.

Sin embargo, desde el principio del audiovisual mi duda es ¿Cuánto es el tiempo máximo para que los seres humanos desparezcamos de la Tierra para que ésta tenga la opción de reinventarse o realmente “desaparecemos” en un punto ecológico sin posibilidades de retorno?

Y es que la recuperación ecológica evolutiva propuesta en “Life after humans” plantea desde mi punto de vista un discurso muy complaciente, donde independientemente del caos y colapso ecológico que estamos provocando, la Tierra encontrará la manera de recuperarse. Sin embargo, esto es prácticamente una exoneración de las responsabilidades por el impacto histórico, cotidiano, transnacional, colectivo y subjetivo.

En un breve recuento por el documental, que va desde los primeros días de la Tierra sin humanos (tierra en población humana cero) hasta lo que se podría esperar luego de mil años, encontramos dos grandes escenarios:

(1)   Las obras arquitectónicas y de ingeniería (puentes, carreteras, transportes, edificios, plantas nucleares, hidroeléctricas, etc.) requieren de mantenimiento para mantenerse en buen estado y funcionando. Sin humanos estas obras se deterioran y quedan en ruinas para ser invadidas por el ambiente inmediato. Quizá el ejemplo más fuerte durante la película es la presa Hoover, que si bien podría ser de las últimas obras de la ingeniería por “desaparecer” en pocos días se vería paralizada por plagas que colonizarían las tuberías y apagarían los generadores.

(2)   La naturaleza (plantas, animales salvajes y domésticos, ríos, etc.) volverá a tomar los espacios que le fueron arrebatados por el “desarrollo y progreso” humano. Algunos ejemplos: donde habían carreteras volverán los ríos originales, los animales salvajes poco a poco estará en las ciudades (por ejemplo los lobos), los animales domésticos (como los perros) para sobrevivir deberán recuperar sus más básicos instintos como ser carroñeros. Así, cada vez más las zonas urbanas tendrían a lo silvestre.

En medio de estos escenarios, el documental plantea otro tema que refleja el egoísmo, el antropocentrismo y la crisis civilizatoria que atravesamos. Porque pese al colapso ecológico que provoca el modelo desarrollo capitalista dominante la obra cuestiona ¿Cómo se logrará preservar nuestra cultura en un mundo sin nosotros?

Distintos especialistas explican que los soportes escritos, las películas de acetato de celulosa y digitales si no se conservan en determinadas condiciones de temperatura y humedad desaparecerán. Se lamentan que pese a los “avances” del mundo moderno, no se tengan soportes tan resistentes como las piedras de los egipcios.

Esta pregunta unida a la inicial me remite a la explicación de Richard Leakey “No somos más que una especie entre los millones que pueblan la Tierra,  resultado de quinientos millones de años de flujo vital, supervivientes afortunados de al menos veinte crisis bióticas, entre ellas las catastróficas Cinco Grandes” (1997, p. 247)

Así, poco a poco los elementos más poderosos de la naturaleza recuperan su control sobre la Tierra y se impone.

Para explicar esta recuperación de espacios por la naturaleza, se toman ejemplos como el de Plaza Principal de Pripiat en Ucracia abandonada tras la bomba de Chernovil en 1986.

Sin embargo, la pregunta es ¿Cuál será la calidad del ambiente que dejaremos para que la naturaleza realmente pueda recuperarse: cómo estará el aire, el agua, la atmósfera, los océanos…?

No hay duda sobre el poder de la naturaleza y la manera en cómo esta nos sorprende siempre; sin embargo, la capacidad destructiva histórica, actual y futura del ser humano me hace dudar de esta posibilidad de recuperación de la vida. Porque como explica Leaky los seres humanos llegamos al teatro evolutivo “equipados con la capacidad de devastar esa diversidad dondequiera que fuésemos” (1997, p. 250).

Referencias:
De Vries, D. (2010) Documental: Life after humans.

Leakey, R. y Lewin, R. (1997) La Sexta Extinción. El futuro de la vida y de la humanidad. Barcelona, España: Tusquets Editores. 

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