¿Vivir en Longo Mai es como vivir en el
pasado?
Relatando brevemente mi experiencia en
esta gira académica realizada a una comunidad ubicada en Buenos Aires de
Puntarenas, llamada “Longo Mai”, las expresiones obtenidas de algunas personas
a las cuales les comenté lo vivido en los últimos tres días fueron las siguientes:
“Ve que bien, eso ayuda a que uno
agradezca por lo que tiene y agradezca la vida que tiene”
“Pero eso es como volver al pasado, es
vivir al menos 30 años atrás”
Estas frases entre muchos comentarios
emitidos fueron las más significativas y que de alguna forma me hicieron
reflexionar un poco más en esta experiencia, esto debido a que según la
ideología de sus fundadores “Longo Mai” significa “Que dura mucho tiempo”, pero
esa noción puede ser vista de diferentes
formas, para ellos se asocia a buscar una “alternativa” a la vida que ofrece el
sistema, esta ideología se enfoca en ideales como el cooperativismo, el
pacifismo, el anticapitalismo, la igualdad, la autosuficiencia mediante el
trabajo directo con la tierra, producción agrícola, crianza de animales,
confección de artesanías, la gestión del agua y la energía, todo desde la
visión de un consumo responsable y amigable con el ambiente
Estas cooperativas tuvieron su inicio en
1973 en Francia y posteriormente se expandieron a otros países de Europa como
Alemania, Suiza y Austria, y en el caso de Costa Rica esta cooperativa se
instaura a principios de los 80´s en el marco de un contexto bélico, marcado
por la inestabilidad política que existía en la región.
La comunidad que se ha conformado en
Costa Rica está compuesta por personas de diferentes nacionalidades, dado que
en un inicio llegaron muchas familias de origen Salvadoreño, Nicaragüense (en
calidad de refugiados), además de familias de origen Europeo y Costarricense.
Al visitar Longo Mai, podemos pensar que
no se diferencia de forma significativa en su aspecto a otros pueblos rurales, esto
desde de la visión de desarrollo actual, basada en un modelo neoliberal y
capitalista, el cual ha generado una división del mundo entre los
“desarrollados” y los “no desarrollados”.
Desde esta perspectiva dicotómica, Raff
Carmen hace mención de cómo ante el surgimiento de todos estos términos surgen
una serie de fundamentos teóricos, sin embargo plantea que:
“No existe algo que sea
“subdesarrollado” o “menos desarrollado”, si las frases transmiten el mensaje
no dicho, que “sub” y “menos” son la contrapartida de “desarrollado”. Si este es el mensaje, es necesario afirmar
categóricamente que no existe algo que pueda ser un país “desarrollado” y que,
empleado en este sentido, “subdesarrollado” es parte de una conspiración semiológica
de ofuscación” (Carmen, 2004).
A partir de eso, cuando visitamos Longo
Mai aunque no lo queramos hay una tendencia a ver esta comunidad desde el
pensamiento occidentalizado en relación a la noción de desarrollo, en el tanto
se piensa que comunidades como esta se catalogan como subdesarrolladas.
Sin embargo, tal como lo plantea Carmen
(2004), estas nociones no deberían de existir en tanto realmente el único
término lógico para representar la realidad es “maldesarrollo”, dado que se
señala este concepto como: “El proceso global que involucra a todos los países,
en el que algunos sufren de carencia de recursos mientras otros los
desperdician” (Galtung 1980:14), a partir de esto se visualiza como los otros
conceptos surgen erróneamente, ante una visión en la que se tiende a ver de
forma positiva el concepto de desarrollo y de forma negativa el concepto de
subdesarrollo, cuando en realidad la noción de desarrollo nunca ha sido algo
positivo para nadie.
Dentro de este modelo económico global,
se hizo uso de la apropiación directa de esta noción de desarrollo, principalmente
asociada a las posibilidades “reales” de alcanzar cierto nivel de vida,
definida principalmente por el poder adquisitivo de bienes y servicios que
lógicamente permite una perpetuación y permanencia del modelo.
En relación con esto podemos señalar como
se hace uso de “indicadores” socioeconómicos para catalogar sí una comunidad o
país puede ser caracterizada como “desarrollada” o “subdesarrollada”, por
ejemplo el famoso “índice de desarrollo humano” que se mide a partir de la
creación de un indicador social estadístico compuesto por
tres parámetros: vida larga y saludable, educación y nivel de riqueza, en el
caso de la salud se mide a partir de la esperanza de vida al nacer, en la
educación es a partir del nivel de alfabetización y la matrícula de educación
formal, y finalmente la riqueza a partir de PIB per cápita PPA en dólares internacionales, sin embargo como señala Carmen al citar a Naes
(1990) “Habría que evitar del todo cualquier referencia a “en desarrollo”, o
bien habría que aplicarla igualmente a todos los países, en tanto todos se
están desarrollando en una forma ecológicamente insostenible” (Carmen, 2004)
Sin embargo esto no es tomado en cuenta
y más bien se ha incentivado la perpetuidad del “camino” al desarrollo, como
una carrera sin fin, en la cual se acrecienta cada día más la prevalencia de esa división del “ellos” y del “nosotros”, en
tanto unos somos “desarrollados” y otros “subdesarrollados”, lo cual ha
generado diferenciaciones simbólicas en la forma en la nos relacionamos a
partir de esta catalogación asignada.
Entonces, bajo el marco de un estilo de
vida anhelado, a partir de la visión de desarrollo asociada a factores
positivos, surge una necesidad de alcanzarlo, con lo cual surgen una serie de
políticas asociadas a esto, con lo que se favorece de igual forma la aceptación
de la población hacía este modo de vivir.
Es así como surgen una serie de
“necesidades” que deben ser satisfechas, en el tanto se tornan primordiales
para el alcanzar o mantener este estilo de vida, tal como se señala:
“Son los satisfactores los
que definen la modalidad dominante que una cultura o una sociedad imprimen a
las necesidades. Los satisfactores no son
los bienes económicos disponibles sino que están referidos a todo aquello que,
por representar formas de ser, tener y estar, contribuye a la realización de necesidades
humanas”(Max-Neef, 1998)
De esta forma, estas necesidades construidas
en ocasiones podemos ver que se tornan indispensables, debido a que algunas
personas crean hasta vínculos de dependencia, como ha ocurrido con los
teléfonos celulares, el internet, la televisión por cable, la ropa de
diseñadores costosos, por mencionar algunos de los ejemplos más evidentes de la
vida cotidiana, sin embargo ante esto surgen algunas preguntas ¿Cuáles son las
necesidades que realmente deben ser satisfechas? ¿Qué cosas son indispensables
para vivir? ¿Qué necesitamos para vivir bien?.
Posiblemente sí se hiciera una encuesta
respecto a esto en todo el país, serían notables las respuestas, dado que estas
podrían ser catalogadas a partir de diferentes indicadores como: sexo, edad,
región del país (rural o urbana), condición socioeconómica, nivel educativo,
entre otros, pero lo interesante podría ser el ver sí se generan diferencias
significativas en la opinión de las personas respecto a los indicadores
señalados.
Sin embargo es posible que haya una
tendencia clara a considerar características básicas que pueden ser atribuidas
a elementos indispensables para la vida; muchas veces relacionados con los
artículos considerados dentro de la canasta básica, otros que serán
relacionados al vivir bien, esto a partir de la visión de siempre poder
progresar, en tanto se tenga un mayor poder adquisitivo que le permita ascender
en las posiciones sociales, ya que pareciera que siempre persiste una
insatisfacción de las personas bajo ese deseo de siempre estar “mejor” y nunca
retroceder al pasado, ya que este representa un descenso en esa posición
social.
De acuerdo con lo anterior, podemos ver
como personas provenientes de comunidades ubicadas en áreas urbanas al llegar a
una comunidad como Longo Mai, primordialmente rural, consideran que
efectivamente la forma en la que se vive ahí es como vivir en el pasado, a
pesar de que actualmente en esta localidad sus habitantes tienen acceso a
Internet, teléfono celular, televisión por cable, pero la estructura del
pueblo, sus calles sin pavimento, construcción de sus casas de madera, una
economía agrícola prevaleciente, la escasa colocación de negocios comerciales
dentro de la comunidad, son factores que hacen creer que es un pueblo que vive
en el pasado.
Desde la visión occidental podríamos
creer entonces la forma en la cual se vive en lo urbano es completamente
diferente a lo rural, razón por la cual a la vez se generan diferencias en la
forma en la cual vemos, sin embargo la reproducción y reforzamiento del modelo
económico, ya sea en el campo o en la ciudad continua inserto y persistiendo.
Ante estas nociones, han surgido
contextos de resistencia en la cual se plantean proyectos “alternativos”, como
otra forma de vida, tal como surge la idea de Longo Mai, sin embargo distintos
autores señalan que la alternativa se debe buscar fuera del modelo, que la
única alternativa real debe ser el decrecimiento, tal como se plantea:
“Ganarán los que sabrán
resolver la ecuación: vivir mejor con menos dinero, menor consumo de
mercancías, menos trabajo asalariado. Es
decir, con más relaciones humanas, más acceso y posibilidad de goce de bienes
comunes, más trabajo libre y creativo” (Cacciari, 2010)
Sin embargo, esto se ha tornado como una
alternativa casi utópica, ya que hay una resistencia fuerte a un cambio en el
sistema, ya que primordialmente se ha considerado que pesan más los factores
económicos que los factores sociales o ambientales, razón por la cual a pesar
de ser conocido que esta sería la única alternativa posible al desastre
irreparable que se ha llevado a cabo en el planeta, persisten más las
desigualdades, tal como lo señala Carmen “Cuatro quintas partes de la gente del
mundo es pobre o desesperadamente pobre, y el abismo crece en forma continua”
(Carmen, 2004), y contrario a lo
propuesto pareciera que la distribución de los recursos, repartidos de forma
desigual, cada vez son más escasos.
Es por ello que a pesar de tener
experiencias en comunidades como Longo Mai, donde por su forma de vivir podría
considerarse que nos encontramos en el pasado, debemos de tener claro que contrario
a esto, no es de esta forma, ya que el tiempo continúa pasando y el daño
ejecutado por la humanidad o una parte de ella como su artífice primordial, es
irreparable y ha afectado a toda la población y ya no es posible volver en el
tiempo aunque quisiéramos vivir en el pasado, esto debido a que miramos más al
futuro en el anhelo continuo de siempre vivir mejor dentro de la lógica que el
sistema nos implantó dentro de nuestro inconsciente colectivo.
Referencias
CARMEN,
Raff (2004). “Maldesarrollo: dar cuenta conceptual de los conceptos”. En Desarrollo autónomo. Humanización del paisaje: una incursión
en el pensamiento y la práctica radical. Trad. Saxe, E. Heredia: EUNA. Pp. 35-54.
CACCIARI,
Paolo (2010). “Decrecimiento como antídoto a la crisis”, “Decrecimiento como
desmaterialización”, “Decrecimiento como desmercantilización”, “Decrecimiento
como proyecto de autogobierno, “Decrecimiento como acción política”. En Decrecimiento o barbarie. Para
una salida noviolenta del capitalismo. Trad. Puddu, S. Barcelona: Icaria Editorial. Pp. 93-121.
MAX-NEEF,
Manfred (1998). “Desarrollo y necesidades humanas”. EnDesarrollo a escala
humana. Barcelona: Icaria Editorial. Pp. 37-82.En: http://es.calameo.com/read/000097006f43a6170c8f4
No hay comentarios:
Publicar un comentario