jueves, 16 de agosto de 2012

Longo Mai


¿Vivir en Longo Mai es como vivir en el pasado? 
Relatando brevemente mi experiencia en esta gira académica realizada a una comunidad ubicada en Buenos Aires de Puntarenas, llamada “Longo Mai”, las expresiones obtenidas de algunas personas a las cuales les comenté lo vivido en los últimos tres días  fueron las siguientes:
“Ve que bien, eso ayuda a que uno agradezca por lo que tiene y agradezca la vida que tiene”
“Pero eso es como volver al pasado, es vivir al menos 30 años atrás”
Estas frases entre muchos comentarios emitidos fueron las más significativas y que de alguna forma me hicieron reflexionar un poco más en esta experiencia, esto debido a que según la ideología de sus fundadores “Longo Mai” significa “Que dura mucho tiempo”, pero esa  noción puede ser vista de diferentes formas, para ellos se asocia a buscar una “alternativa” a la vida que ofrece el sistema, esta ideología se enfoca en ideales como el cooperativismo, el pacifismo, el anticapitalismo, la igualdad, la autosuficiencia mediante el trabajo directo con la tierra, producción agrícola, crianza de animales, confección de artesanías, la gestión del agua y la energía, todo desde la visión de un consumo responsable y amigable con el ambiente
Estas cooperativas tuvieron su inicio en 1973 en Francia y posteriormente se expandieron a otros países de Europa como Alemania, Suiza y Austria, y en el caso de Costa Rica esta cooperativa se instaura a principios de los 80´s en el marco de un contexto bélico, marcado por la inestabilidad política que existía en la región.
La comunidad que se ha conformado en Costa Rica está compuesta por personas de diferentes nacionalidades, dado que en un inicio llegaron muchas familias de origen Salvadoreño, Nicaragüense (en calidad de refugiados), además de familias de origen Europeo y Costarricense. 
Al visitar Longo Mai, podemos pensar que no se diferencia de forma significativa en su aspecto a otros pueblos rurales, esto desde de la visión de desarrollo actual, basada en un modelo neoliberal y capitalista, el cual ha generado una división del mundo entre los “desarrollados” y los “no desarrollados”.
Desde esta perspectiva dicotómica, Raff Carmen hace mención de cómo ante el surgimiento de todos estos términos surgen una serie de fundamentos teóricos, sin embargo plantea que:
“No existe algo que sea “subdesarrollado” o “menos desarrollado”, si las frases transmiten el mensaje no dicho, que “sub” y “menos” son la contrapartida de “desarrollado”.  Si este es el mensaje, es necesario afirmar categóricamente que no existe algo que pueda ser un país “desarrollado” y que, empleado en este sentido, “subdesarrollado” es parte de una conspiración semiológica de ofuscación” (Carmen, 2004).   
A partir de eso, cuando visitamos Longo Mai aunque no lo queramos hay una tendencia a ver esta comunidad desde el pensamiento occidentalizado en relación a la noción de desarrollo, en el tanto se piensa que comunidades como esta se catalogan como subdesarrolladas.
Sin embargo, tal como lo plantea Carmen (2004), estas nociones no deberían de existir en tanto realmente el único término lógico para representar la realidad es “maldesarrollo”, dado que se señala este concepto como: “El proceso global que involucra a todos los países, en el que algunos sufren de carencia de recursos mientras otros los desperdician” (Galtung 1980:14), a partir de esto se visualiza como los otros conceptos surgen erróneamente, ante una visión en la que se tiende a ver de forma positiva el concepto de desarrollo y de forma negativa el concepto de subdesarrollo, cuando en realidad la noción de desarrollo nunca ha sido algo positivo para nadie.
Dentro de este modelo económico global, se hizo uso de la apropiación directa de esta noción de desarrollo, principalmente asociada a las posibilidades “reales” de alcanzar cierto nivel de vida, definida principalmente por el poder adquisitivo de bienes y servicios que lógicamente permite una perpetuación y permanencia del modelo.
En relación con esto podemos señalar como se hace uso de “indicadores” socioeconómicos para catalogar sí una comunidad o país puede ser caracterizada como “desarrollada” o “subdesarrollada”, por ejemplo el famoso “índice de desarrollo humano” que se mide a partir de la creación de un indicador social estadístico compuesto por tres parámetros: vida larga y saludable, educación y nivel de riqueza, en el caso de la salud se mide a partir de la esperanza de vida al nacer, en la educación es a partir del nivel de alfabetización y la matrícula de educación formal, y finalmente la riqueza a partir de PIB per cápita PPA en dólares internacionales, sin embargo como señala Carmen al citar a Naes (1990) “Habría que evitar del todo cualquier referencia a “en desarrollo”, o bien habría que aplicarla igualmente a todos los países, en tanto todos se están desarrollando en una forma ecológicamente insostenible” (Carmen, 2004)
Sin embargo esto no es tomado en cuenta y más bien se ha incentivado la perpetuidad del “camino” al desarrollo, como una carrera sin fin, en la cual se acrecienta cada día más la prevalencia de  esa división del “ellos” y del “nosotros”, en tanto unos somos “desarrollados” y otros “subdesarrollados”, lo cual ha generado diferenciaciones simbólicas en la forma en la nos relacionamos a partir de esta catalogación asignada.
Entonces, bajo el marco de un estilo de vida anhelado, a partir de la visión de desarrollo asociada a factores positivos, surge una necesidad de alcanzarlo, con lo cual surgen una serie de políticas asociadas a esto, con lo que se favorece de igual forma la aceptación de la población hacía este modo de vivir.
Es así como surgen una serie de “necesidades” que deben ser satisfechas, en el tanto se tornan primordiales para el alcanzar o mantener este estilo de vida, tal como se señala:
“Son los satisfactores los que definen la modalidad dominante que una cultura o una sociedad imprimen a las necesidades.  Los satisfactores no son los bienes económicos disponibles sino que están referidos a todo aquello que, por representar formas de ser, tener y estar, contribuye a la realización de necesidades humanas”(Max-Neef, 1998)
De esta forma, estas necesidades construidas en ocasiones podemos ver que se tornan indispensables, debido a que algunas personas crean hasta vínculos de dependencia, como ha ocurrido con los teléfonos celulares, el internet, la televisión por cable, la ropa de diseñadores costosos, por mencionar algunos de los ejemplos más evidentes de la vida cotidiana, sin embargo ante esto surgen algunas preguntas ¿Cuáles son las necesidades que realmente deben ser satisfechas? ¿Qué cosas son indispensables para vivir? ¿Qué necesitamos para vivir bien?.
Posiblemente sí se hiciera una encuesta respecto a esto en todo el país, serían notables las respuestas, dado que estas podrían ser catalogadas a partir de diferentes indicadores como: sexo, edad, región del país (rural o urbana), condición socioeconómica, nivel educativo, entre otros, pero lo interesante podría ser el ver sí se generan diferencias significativas en la opinión de las personas respecto a los indicadores señalados.
Sin embargo es posible que haya una tendencia clara a considerar características básicas que pueden ser atribuidas a elementos indispensables para la vida; muchas veces relacionados con los artículos considerados dentro de la canasta básica, otros que serán relacionados al vivir bien, esto a partir de la visión de siempre poder progresar, en tanto se tenga un mayor poder adquisitivo que le permita ascender en las posiciones sociales, ya que pareciera que siempre persiste una insatisfacción de las personas bajo ese deseo de siempre estar “mejor” y nunca retroceder al pasado, ya que este representa un descenso en esa posición social.
De acuerdo con lo anterior, podemos ver como personas provenientes de comunidades ubicadas en áreas urbanas al llegar a una comunidad como Longo Mai, primordialmente rural, consideran que efectivamente la forma en la que se vive ahí es como vivir en el pasado, a pesar de que actualmente en esta localidad sus habitantes tienen acceso a Internet, teléfono celular, televisión por cable, pero la estructura del pueblo, sus calles sin pavimento, construcción de sus casas de madera, una economía agrícola prevaleciente, la escasa colocación de negocios comerciales dentro de la comunidad, son factores que hacen creer que es un pueblo que vive en el pasado.
Desde la visión occidental podríamos creer entonces la forma en la cual se vive en lo urbano es completamente diferente a lo rural, razón por la cual a la vez se generan diferencias en la forma en la cual vemos, sin embargo la reproducción y reforzamiento del modelo económico, ya sea en el campo o en la ciudad continua inserto y persistiendo.
Ante estas nociones, han surgido contextos de resistencia en la cual se plantean proyectos “alternativos”, como otra forma de vida, tal como surge la idea de Longo Mai, sin embargo distintos autores señalan que la alternativa se debe buscar fuera del modelo, que la única alternativa real debe ser el decrecimiento, tal como se plantea:
“Ganarán los que sabrán resolver la ecuación: vivir mejor con menos dinero, menor consumo de mercancías, menos trabajo asalariado.  Es decir, con más relaciones humanas, más acceso y posibilidad de goce de bienes comunes, más trabajo libre y creativo” (Cacciari, 2010)   
Sin embargo, esto se ha tornado como una alternativa casi utópica, ya que hay una resistencia fuerte a un cambio en el sistema, ya que primordialmente se ha considerado que pesan más los factores económicos que los factores sociales o ambientales, razón por la cual a pesar de ser conocido que esta sería la única alternativa posible al desastre irreparable que se ha llevado a cabo en el planeta, persisten más las desigualdades, tal como lo señala Carmen “Cuatro quintas partes de la gente del mundo es pobre o desesperadamente pobre, y el abismo crece en forma continua” (Carmen, 2004),  y contrario a lo propuesto pareciera que la distribución de los recursos, repartidos de forma desigual, cada vez son más escasos.
Es por ello que a pesar de tener experiencias en comunidades como Longo Mai, donde por su forma de vivir podría considerarse que nos encontramos en el pasado, debemos de tener claro que contrario a esto, no es de esta forma, ya que el tiempo continúa pasando y el daño ejecutado por la humanidad o una parte de ella como su artífice primordial, es irreparable y ha afectado a toda la población y ya no es posible volver en el tiempo aunque quisiéramos vivir en el pasado, esto debido a que miramos más al futuro en el anhelo continuo de siempre vivir mejor dentro de la lógica que el sistema nos implantó dentro de nuestro inconsciente colectivo.

Referencias
CARMEN, Raff (2004). “Maldesarrollo: dar cuenta conceptual de los conceptos”. En Desarrollo autónomo. Humanización del paisaje: una incursión en el pensamiento y la práctica radical. Trad. Saxe, E. Heredia: EUNA. Pp. 35-54.
CACCIARI, Paolo (2010). “Decrecimiento como antídoto a la crisis”, “Decrecimiento como desmaterialización”, “Decrecimiento como desmercantilización”, “Decrecimiento como proyecto de autogobierno, “Decrecimiento como acción política”. En Decrecimiento o barbarie. Para una salida noviolenta del capitalismo. Trad. Puddu, S. Barcelona: Icaria Editorial. Pp. 93-121. 
MAX-NEEF, Manfred (1998). “Desarrollo y necesidades humanas”. EnDesarrollo a escala humana. Barcelona: Icaria Editorial. Pp. 37-82.En: http://es.calameo.com/read/000097006f43a6170c8f4

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