sábado, 30 de junio de 2012

Resumenes de lecturas

Auschwitz, ¿comienza el siglo XXI? Hitler como precursor.
Autor: Carl Amery.
Estudiante: Arnaldo Gamboa Madrigal.
El capitalismo como sistema económico está basado en un modelo de crecimiento demencial y excluyente, entendidas ambas caracterizaciones como la búsqueda ilimitada de la riqueza hasta llegar a niveles críticos, así como en segunda instancia, controlada desde su origen por una minoría capaz de hegemonizar las condiciones materiales de su reproducción, generando desde la misma una base gerencial económica y política basada en la marginación de la mayoría, con el objetivo de monopolizar los recursos y las ganancias.
Sin embargo dicha lógica ha propiciado una constante crisis dentro del modelo capitalista, a partir de lo cual las condiciones de reproducción material de la sociedad sea socavado y ha conllevado estadios de crisis social. Dentro de la misma la ascensión de gobiernos de corte totalitario como el nazismo, se entienden dentro de la lógica de una desestructuración social, en la cual las colectividades nacionales pierden su rumbo y los individuos se hayan en un mundo que pierde sentido, esto a partir de la cosificación de la cual han sido objeto dentro de la lógica de formación ideológica propia del capitalismo.
Es a partir de lo anterior, que el nazismo surge como una respuesta al desaliento de la sociedad alemana y su pérdida de visión de futuro y de valor humano para sus conciudadanos. Pero esta noción de esperanza, se basa en la culpabilidad de las razas que se consideran culpables de la crisis germana, ya que a pesar de que Hitler hegemoniza, jamás reconoce al capitalismo como la base de la debacle alemana, ni mucho menos del hecho de que dicho modelo convierte a las personas en desechos cuando dejan de ser funcionales a sus intereses.
En la actualidad el mundo vive una doble crisis sistémica, a saber una estructural del sistema capitalista, a la que se une una medio ambiental generada por una concepción de desarrollo ilimitado, en la cual se ha basado dicho modelo productivo como mecanismo para ese incesante crecimiento y acumulación de riqueza en un grupo reducido de corporaciones y de naciones.
El estado actual de cosas, unido a un rápido deterioro de las condiciones del medio determinan que la lucha por el medio estará muy pronto en el tapete de la cotidianeidad, con lo cual se retomará un discurso de la selección natural, basado en las personas y pueblos más óptimos para hegemonizar en el mundo y sobrevivir a la catástrofe. Pero dicho proceso planteará un discurso de élites donde se culpará a los pueblos barbaros e incultos que por su pobreza, analfabetismo, políticas desenfrenadas de natalidad, entre otras han llevado al mundo al casi colapso; por lo que las civilizaciones modernas estarán destinadas a  tomar las riendas de la humanidad y a pesar del coste humano y social que generar las condiciones de salvaguarda de la especie, donde claro está la condición étnica y económica determinará a los elegidos para ser salvados de la destrucción total.
Es interesante que a pesar que desde mediados del siglo XIX existe una posición contraria al discurso capitalista, en síntesis es un discurso político occidental surgido en círculos intelectuales europeos, anglosajones o de clases poderosas de los países periféricos, los cuales a pesar de sus consideraciones no contradicen en la base el modelo de producción y desarrollo ilimitado del capitalismo; o que en contraposición han cambiado su discurso de lucha de clases por uno ecologista, en muchas ocasiones ambiguo. El problema real es que dentro de un posible panorama apocalíptico o de caos total, desde su posición hegemónica o de clase a que intereses responderán, teniendo en cuenta que el recuento total de acontecimientos históricos, muchas veces los ha puesto en posiciones muy cómodas, alejados de una activa militancia social y popular.
De igual manera, las condiciones de vida plantean un mundo donde la vida y la potencialidad de las personas se basa en lo que los estándares occidentales determinan como exitosos, o como las medidas óptimas para la felicidad y el pleno desarrollo como humano. Por ello es que se es exitoso desde la capacidad de acumulación de artefactos suntuarios, caros y lo más dificultoso efímeros, lo cual satura a nuestro mundo de toneladas de desecho tecnológico súper contaminante, por la imperiosa necesidad de representar un modelo de persona virtuosa. Junto a ello, la sociedad ha iniciado desde la década de los setentas a determinar como personas desechables e improductivas a aquellos que llegan o sobrepasan los cuarenta años, generando una escala de desempleo que perjudica a una generación que queda al margen de los esquemas productivos, en un mundo donde la existencia humana está determinada por la capacidad de generar recursos económicos para consumir, por lo cual se aísla al sujeto ya alienado, el cual se convierte o en un lastre, como lo consideran los teóricos macroeconómicos.
Pero consideremos esa realidad para millones de seres humanos en el mundo que no acceden a los recursos mínimos del mudo, viven alejados de los medios que consideramos básicos para una óptima vida y para los cuales las agencias de los países del primer mundo están viendo a ver como logran desaparecer. Porque a pesar de los grandes discursos del primer mundo, de las organizaciones no gubernamentales, de las agencias de cooperación y de los ambientalistas, el discurso creado desde el primer mundo, porque todas las grandes corporaciones de salvamento del mundo y de los derechos humanos son creadas en gran medida en los países ricos, lo que nos dicen es que una gran parte de la humanidad pobre es culpable del desastre del planeta, y en la base de toda su parafernalia está la eliminación de seres humanos, no de la pobreza y sus graves consecuencias.
Es parte de un discurso que aunque responsabiliza a las corporaciones, no plantea cerrar las fábricas o cambiar sus formas de vida y convertirlas en más sanas con el medio, siguen consumiendo, viajan a costa de los pobres del mundo gastando los fondos para el desarrollo, se hospedan en las grandes corporaciones hoteleras, comen frutas sembradas en las plantaciones donde laboran seres humanos utilizados como bestias de carga, usan rompa de manta folk producida en la India o Bangladesh por niños(as) en edad escolar. Hay un discurso de mierda que no se acompaña con una realidad práctica.
Cómo los ricos destruyen el planeta.
Autor: Hervé Kempf.
Estudiante: Arnaldo Gamboa Madrigal.
Estamos ante un período de la existencia del planeta donde todos los indicadores nos determinan que nos acercamos a una nueva era de extinción de especies, donde la nuestra está en la primera línea de desaparición, esto provocado por el desarrollo a partir de mediados del siglo XIX de un modelo económico basado en un ideal de progreso material ilimitado, basado en una alta tasa de contaminación del medio.
Lo interesante de esto se debe a que por las características propias de las actividades humanas basadas en un modelo extractivo para la industria y el progresivo aumento de este, estamos ante el hecho de que nuestro planeta se encuentra en una etapa que centuplica las posibilidades de colapso total. Es indiscutible que el modelo de producción fabril basado en el uso de combustibles fósiles ha generado una fuerte acumulación de sustancias contaminantes que al quedar encerradas en la atmósfera han provocado un progresivo calentamiento del globo terráqueo. Sin embargo, el problema no radica en la condición actual, sino en el hecho de que a pesar de que estamos claros de la situación tan riesgosa que vivimos, los responsables de la producción mundial están más preocupados por mantener sus ganancias y descubrir nuevas formas para obtener materias primas y fuentes de energía, que por revertir los males de la humanidad.
Lo interesante es que estamos claros de las necesidades por las que atraviesa el planeta, así como si las condiciones climáticas cambian y se dan grandes tormentas tropicales o tifones; así como un aumento de las sequías y pérdida de las zonas agrícolas, entraríamos en una ecuación de afectación de las líneas de producción, esto por el impacto directo de los desastres climáticos en los grandes centros productivos del mundo que se hayan frente a los océanos o mares, así como de las plataformas de extracción de petróleo presentes por ejemplo en el mar del Norte o en el Golfo de México, como para dar un par de ejemplificaciones. Pero junto a ello, una gran parte de la humanidad se verá acorralada por la falta de agua y alimentos y con ello se generará un caos, que como tal confrontará a la especie humana con su futuro.

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