domingo, 24 de junio de 2012

CUENTO

Netemachilispan

                         “Qeremos uma justica social que combine com a justica ecológica.
                                 Uma ñao existe sem a outra”
                                       - Leonardo Boff-


  “Apep no venció a Ra; Apophis no impactó a la Tierra. Tampoco la estrella apocalíptica. La destrucción vino del alma y se materializó.  Ya Tatanka Yotanka lo había dicho “El Gran Espíritu un día se enfurecerá y la tierra conocida desaparecerá; el merecido castigo del hombre blanco””.

Itzayana, conocía muy bien la historia, miró distraída por la ventana, el verdor siempre la maravillaba, era hija de un sobreviviente de la extinta cultura norteamericana, ya su padre le había contado en múltiples ocasiones sobre la decadencia del imperio; consumismo obsceno, obsolescencia programada…
De pronto una voz ronca y varonil la sacó de sus pensamientos.
-          Kamisaki
Se incorporó y vio que se trataba de su amigo Pedro.
-          Waliki. Jumansti.  Le respondió ella antes de que la profesora de aymara comenzara la segunda clase del día.
-          Yo también, estoy bien, le contestó él.

Caía la noche, una brisa fresca corría y traía el aroma de la tierra mojada. -La protección del santuario, la siembra de árboles en la vertiente oeste, son tareas en las que se ha trabajado duro, enfatizó Otávio.
- La próxima semana mi barrio se encargará de la cosecha. Realizaremos la distribución de los productos en la sede de la cooperativa tres días después, recordó  Ester.
- ¿Algún voluntario para dar las clases de agricultura inicial a los niños de nuestra área? Había muchas manos levantadas. Mientras tanto Itzayana  repasaba las frases de los rótulos que colgaban de la pared. “Pan para hoy y pan para mañana”, era la filosofía de “Sumak Kawsay”. Siempre le había encantado asistir a la minga, era la única estructura social que conocía, movilización comunitaria, participación y compromiso…
En el pasado había quedado claro que la ciencia no podía predecir el avance de la Madre Naturaleza. Ricos y pobres de antaño estaban en la misma situación; sólo habían sobrevivido quienes habían logrado adaptarse.

De regreso a casa. Amor, paz y compañía. Bebieron un té de hierbas a la luz de las velas, cobijadas por la oscuridad de la noche, relajadas por el canto de los grillos se contaban sus inquietudes. Sentimiento de estar bien, hogar…

Encienden la radio. En las noticias… En las comunidades más pobladas del continente continuaban las protestas violentas de los inadaptados al sistema. A veinte años del colapso ecológico, algunos hijos de Latinoamérica comenzaban a recuperar su naturaleza destructiva y vil. Itzayana recordó las historias de su padre. ¿Acaso “Netamachilispan” estaría llegando a su fin? Sintió terror y un frío le recorrió la espalda.
Miró a su madre, quien la consoló sin palabras.


                                                    Nuria Rodríguez Vargas
                                                    Heredia, junio de 2012

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