Las guerras en Centroamérica, especialmente en El Salvador y Nicaragua se convirtieron en detonantes para el encuentro de distintos vecinos de la región en la zona sur de Costa Rica. Ellas y ellos dieron vida al proyecto de la Comunidad Longo Mai (Larga Vida) junto a otras y otros campesinos sin tierra de Costa Rica.
Este fue un espacio de acogida y de
exilio para personas que en ese momento histórico veían amenazada su vida y la
de sus cercanos. Al cabo de los conflictos (que diría yo siguen vigentes y
teñidos de otras formas de violencia) algunos se marcharon y otros continúan en
Longo Mai.
Cuenta doña Edith, una mujer salvadoreña
de voz suave pero firme, que caminar en El Salvador en los momentos de la
guerra era un espacio de incertidumbre, no se sabía si se iba a volver a casa.
Los retenes militares en la orilla del camino para obtener información de la
contra era prácticamente cotidiano, presenciar el asesinato de personas
inocentes era un martirio constante para quienes salían a las calles y para
quienes se quedaban en casa con la zozobra de si volverían a casa quienes de
mañana habían salido.
Así, doña Edith y muchos otros
salvadoreños se vieron forzados a migrar debido al Estado de Guerra, la
suspensión de los derechos, el hambre y el miedo. Esta era la atmósfera en la
que se vivía en su país.
Esto ocurre en el contexto internacional
de la guerra fría, Estados Unidos desea evitar a toda costa que germinen
experiencias y proyectos de corte socialista, quiere evitar en El Salvador un
“triunfo” similar al sandinista (Nicaragua) y patrocina las atrocidades del
gobierno y sus militares. Además se debe considerar que este es el periodo de
la puesta en marcha de las políticas neoliberales del Consenso de Washington,
los discursos de “modernización del Estado” y “desarrollo”.
Es decir, todo un marco conceptual
estratégico para lograr un consenso social. Indica Dávalos “el neoliberalismo se constituyó en un
discurso hegemónico gracias, precisamente, a la trama creada desde sus
discursos de poder” (2011, p. 293)
Los discursos son como indica Foucault “tácticas y estrategias del poder” (2011,
p. 297), son armas (y por tanto, representan y ejercen violencia) y reúnen de
manera explícita e implícita un juego de poder hegemónico que resignifica
conceptos y posturas, según sus propios intereses materialistas.
Pero si esto no es suficiente el modelo
de desarrollo capitalista (de pensamiento único) es impuesto por las élites a
nivel global por medio de la fuerza y la violencia; tanto física
(desaparecidos, asesinados…) como estructural (empobrecimiento, explotación del
ser humano y la naturaleza, recordemos que la guerra provocó importantes
desplazamientos de poblaciones campesinas –saqueo de tierras y transformación
del campo- a las ciudades).
Así, el poder cada vez más hegemónico
estadounidense, la complicidad de las burguesías, la violencia y los discursos
del miedo se apoderan de múltiples formas en Centroamérica, una zona
geoestratégica para los Estados Unidos.
Y pese a que Costa Rica también se
inscribía en la política neoliberal, llegar a tiquicia era sentirse más seguro.
Sin embargo, imaginemos: pasar, de un día a otro, de estar en el campo, en una
zona rural a estar en San José, en una ciudad (pequeña, pero al fin y al cabo
una ciudad). Pasar de trabajar la tierra para tener el sustento diario a no
tener tierra que sembrar y no saber cómo ingeniárselas para comer hoy.
Este escenario fue complejo para las
familias salvadoreñas y nicaragüenses que se exiliaron en Costa Rica. A esto se
suma dejar a parte de su familia en sus países inmersos en guerras, dejar
hijos, madres, padres, amigos, parejas...
Cuenta doña Edith que el primero en
llegar a Costa Rica fue su marido, ella vino después en 1984 y pese a que luego
se dieron los procesos de paz, ella decidió continuar junto a su familia en CR
en el Proyecto Longo Mai.
A su llegada solamente había dos
familias instaladas y sus primeras necesidades fueron muy distintas a las que
imponen los modelos de desarrollo capitalista. No necesitaban un televisor o un
auto, necesitaban tierra, semillas y herramientas para trabajar, primero
empezaron con maíz, frijol, arroz, hortalizas; después vino el café, la caña,
el cacao…
Otra señora de la comunidad, doña
Maritza hizo de la naturaleza su mejor centro de salud. El Itabo para tratar
las piedras en los riñones, el lirio tropo para el reumatismo, el achiote para
tratar quemaduras en la piel, té de frambuesa para el estrés y cólicos
menstruales, la china para aliviar picaduras de avispa, el cabezoncillo para
lavar heridas, la flor de la caña agria para refrescar, el san pedrillo como
purgante y guayabo para detener la diarrea, la chira de guineo para tratar el
colesterol y más.
Doña Edith y Maritza empiezan a
construir de manera consciente o inconsciente un modo de vida distinto a lo que
ordena el desarrollo capitalista.
Ellas y otros miembros de la comunidad
inician procesos de autogestión de las necesidades cotidianas como el alimento
y la salud. También crían gallinas, cerdos, tienen proyectos de biogás y
producción de cacao.
Sin embargo, como cuentan Edith y otros
vecinos, desde el principio se dieron diferencias de opiniones y costó ponerse
de acuerdo. Durante los primeros cinco años todo que se producía era común,
pero luego se pasó a trabajar por núcleos familiares, cada quien en su parcela.
Y es que hemos sido construidos como
seres humanos atados a la idea de que el progreso y el bienestar se alcanzan a
partir del acceso y acumulación privada de bienes materiales. De ahí el reto de
cambiar el paradigma y liberarse de estas condicionantes culturales (Cicciari,
2010, p. 114) y volver a construir las relaciones de reciprocidad eliminadas
por la modernidad.
Pese a esto, Longo Mai se convierte para
ellos y ellas en una esperanza. Y si bien en este breve compartir en la
comunidad, no se podría generalizar absolutamente nada, parece que no todos sus
pobladores están completamente conscientes de lo que este espacio representa y
puede llegar a representar no solo para Costa Rica, sino para el mundo. Una
comunidad donde sus mismos pobladores gestionan los alimentos básicos, fuentes
de ingreso que no atenten contra el ambiente y otros. No se le puede exigir a
este proyecto que esté acabado, que sea perfecto o que esté completamente desconectado.
Y frente a todas las posibilidades de
consolidación política y demás exigencias mezquinas que le tengamos a este
proyecto, considero que el mismo se acerca a propuesta más cercanas al buen
vivir y el “otro desarrollo” del que habla Ralp Carmen, el cual tiene como base
valores humanos de la filosofía ghandiana, la economía budista y la conciencia
humana. Consta de cinco elementos vinculados (p.43): la orientación hacia las
necesidades humanas iniciando por los explotados, es endógeno (pese a nacer en
Europa, tomó sus propios matices y a eso me referiré más adelante); es decir,
es elaborado desde cada sociedad, es auto suficiente sus recursos primarios son
la fuerza, energía y recursos de su entorno natural y cultural, es
ecológicamente sano porque busca un uso racional de los límites de la biosfera
considerando las generaciones actuales y futuras, y se basa en transformaciones
estructurales en las formas del poder mediante la autogestión y participación
en la toma de decisiones.
Longo Mai: “importación” de una propuesta
Longo Mai nace en Europea, precisamente
en Australia, Alemania, Suiza y Francia, es en este último donde de crea el
primer establecimiento en 1973. “El
primer plan fue la vida en comunidad con base de autogerencia y autosuficiencia
agrónoma” (Folleto Longo Mai, p. 4)
Es así como parte de los
cuestionamientos es la “importación” del proyecto al parecer con muy buenas
intenciones; pero al fin y al cabo una propuesta que viene de realidades muy
distintas a las de este espacio donde busca insertarse.
Las condiciones históricas en las que
surge esta utopía en Suiza, Australia, Francia son muy distintas a las
circunstancias en las que este proyecto empieza a caminar en Costa Rica.
Sin embargo, compartir la casa, el
alimento y parte de la historia de doña Edith me hace cuestionarme distintos
aspectos.
En un primer momento consideré que una
de las grandes diferencias entre ambos procesos que iba a incidir en la manera
cómo se vive Longo Mai en Europa y Costa Rica estaba en que para los primeros
es una decisión dentro de una gama de posibilidades; mientras que para los
segundos es prácticamente la única opción.
Sin embargo, luego reflexiono que los
centroamericanos que hacen de Longo Mai su comunidad también pudieron optar por
quedarse como dependientes de tiendas en San José o empleados de alguna empresa
en la capital. Pero no fue así, estas personas que dan vida a Longo Mai en
Costa Rica se resistieron a cortar las raíces que los mantienen unidos a la
tierra, decidieron seguir vinculados a lo que sabían hacer como comunidades
campesinas.
En ese camino que iniciaron hace varios
años y que siguen caminando, han tenido que aprender a sembrar nuevos cultivos
que no había en sus países, leer las condiciones climáticas para la siembra,
leer las variables políticas nacionales, las de sus países de origen y las
internacionales para tomar decisiones.
Al cabo de las guerras, muchos
pobladores volvieron a sus países y otros se quedaron como es el caso de doña
Edith. Ella apuesta a este proceso Longo Mai y es conciente de las amenazas que
los rodean con la multinacional PINDECO, la contaminación del agua, el
monocultivo…
También es conciente de los retos que
tienen para construirse comunidad. Entre ellos: lograr trabajar de manera
comunitaria y no individual, lograr un compromiso de parte de todos los
pobladores del proyecto, involucrar a las nuevas generaciones para que
abandonen la comunidad...
Intentado construir este camino, en
Longo Mai actualmente tienen distintos comités: grupos organizados, agua,
caminos, iglesia y escuela. También se gestionan espacios para el encuentro de
la comunidad como el festival artístico una vez al año.
Como vemos, Longo Mai Costa Rica reúne
más que unas cuantas familias, reúne una serie de historias de exclusión,
violencia, miedo y empobrecimiento generado por el modelo de desarrollo
capitalista del cual no están completamente desconectados.
Sin embargo, en medio del colapso
ecosocial, la crisis civilizatoria y el grito por el decrecimiento y el buen
vivir, Longo Mai es una esperanza para seguir consolidando un espacio de larga
vida.
Dávalos indica “Los discursos del poder logran la consolidación de la hegemonía del
neoliberalismo” (2011, p. 299). Así,
para construir otros mundos posibles es necesario deconstruir conceptos,
construir desde otros espacios de pensamiento no colonizados por la vorágine
capitalista neoliberal.
Referencias:
Carmen, R. (2004). “Maldesarrollo: dar
cuenta conceptual de los conceptos”. En Desarrollo autónomo. Humanización del
paisaje: una incursión en el pensamiento y la práctica radical. Trad. Saxe, E.
Heredia: EUNA. Pp. 35-54.
Cacciari, P. (2010). “Decrecimiento como
antídoto a la crisis”, “Decrecimiento como desmaterialización”, “Decrecimiento
como desmercantilización”, “Decrecimiento como proyecto de autogobierno,
“Decrecimiento como acción política”. En Decrecimiento o barbarie. Para una
salida no violenta del capitalismo. Trad. Puddu, S. Barcelona: Icaria
Editorial. Pp. 93-121
Dávalos,
P. (2011) Poder y violencia en el posneoliberalismo. En: La democracia
disciplinaria. El proyecto posneoliberal para América Latina. Bogotá: Ediciones
desde abajo. Pp. 291-326
Donde esta localizada me gustaria ser parte de esta comunidad?
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